Nos encontrábamos en plena calle
esperando la inauguración de esta exposición.
Comenzaron a agolparse periodistas, fotógrafos, cámaras de distintas televisiones, alguien llegaba…eran los políticos/as, uno a otro haciéndose lo que vulgarmente se dice “la pelota”, palmaditas en los hombros, risas cómplices, cabezas en posición orgullosa, mentón mirando al cielo y con sus mejores galas.
-¿dónde estará el artista? Nos preguntábamos las dos.
Nosotras mirábamos las grandes esculturas que estaban situadas en explanada del museo.
Una gran patera de hierro hecha a jirones como la vida de los que cruzan las aguas para salvar sus vidas.
En fila nos observaban las grandes figuras de hierro con huecos en sus cuer-
pos, contenedores de vidas que se escapan y poseedoras del lenguaje del alma.
Grandes observadores en posición serena.
-¿Dónde estará?
Nos acercamos, le preguntamos si era Xavier Mascaró y con una humildad tremenda comenzó a contarnos sus comienzos, desde niño había trabajado con sus manos,…nos explicó
la técnica utilizada en realización de las esculturas…sus palabras eran cercanas, sencillas.
La inauguración empezaba, los políticos se pusieron junto a él, así se sentían más brillantes y saldrían el día siguiente en los distintos medios de comunicación....
A fin de cuentas eso era lo más importante,al terminar la sesión fotográfica
Xavier de nuevo estaba solo, parecía invisible.
Sus figuras nos observaban con sencilla
intensidad , allí en su interior estaba él.
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